Los Benandanti, cazadores de brujas

Los años entre 1575 y 1650 fueron una época oscura para Europa, y ciertamente un mal momento para ser bruja. Este fue el comienzo de los primeros juicios modernos de brujas, durante el cual las presuntas brujas eran perseguidas sin piedad y decenas de miles de personas fueron ejecutadas por (presuntamente) practicar brujería y magia negra, una época de inquisidores, caza de brujas, tortura y personas, que a menudo, eran condenadas a muerte en un juicio donde no se garantizaba ningún derecho al acusado.

Solo entre 1580 y 1630 se estima que más de 50.000 personas fueron ejecutadas por cargos de brujería, y específicamente en Italia fue uno de los lugares donde mas actividad de este tipo hubo. Es aquí, en el remoto distrito de Friuli del noreste de Italia, donde los inquisidores descubrirían un nuevo tipo de bruja que nunca habían visto antes, una orden secreta que se pensaba que se remontaba siglos atrás y cuyos miembros poseían todo tipo de extraños poderes y habilidades. Los Benandanti.

Representación de Los Benandanti


Los Benandanti

A partir de 1575, las autoridades eclesiásticas comenzaron a investigar los rumores de un culto sombrío que residía en las zonas rurales de la región de Friuli, que según contaban los lugareños, sus miembros tenían poderes y creencias extrañas que no habían visto antes. Se decía que había un grupo de magos solitarios que se llamaban benandanti, que significa «buenos caminantes», y que supuestamente tenían la tarea de luchar con brujas malvadas para proteger a la población de su magia malintencionada.

Según las tradiciones, estos benandanti podían ser hombres o mujeres, y estaban marcados desde su nacimiento por la presencia de un saco amniótico en su cabeza llamado caul, que en muchas tradiciones se veía como signo de poderes sobrenaturales, y para los benandanti era tan importante que los cauls a veces se convertían en poderosos amuletos. Se cuenta que estos «elegidos» eran reclutados por la orden y obtenían la capacidad de viajar fuera de sus cuerpos por la noche, montados en las espaldas de varios animales e incluso cambiando de formas para cazar brujas maliciosas, a quienes llamaban «malandanti», principalmente con el propósito de proteger sus cosechas de la magia negra que solían utilizar estas.



Días de Fuego

Estos viajes astrales nocturnos se llevaron a cabo en lo que se denominó los «Días de fuego», que denotan el cambio de las estaciones marcadas por los solsticios y equinoccios, y casi siempre los jueves. Cabalgarían en estas excursiones espirituales sobre gallos y cabras, y al encontrar un aquelarre de brujas malévolas entablarían un combate feroz. Los benandanti usaban como armas manojos de hinojo, que eran conocidos por sus propiedades curativas y de purificación, mientras que los malandanti luchaban con tallos de sorgo, que luego se asociaron con las típicas escobas.

Si los benandanti tenían éxito en su lucha, habría buenas cosechas para el resto del año, y volverían victoriosos al pedir agua y vino a la población local, y a menudo participarían de grandes fiestas de victoria. Si fallaban, significaba hambruna y pestilencia. Era muy importante que regresaran a sus cuerpos en una hora determinada, que por lo general era antes del primer canto del gallo, si no lo hacían, se enfrentarían a la posibilidad de no poder volver a su forma física, y seria condenado a vagar por la tierra como un espíritu incorpóreo hasta que la cáscara de su cuerpo físico muriera. Es importante tener en cuenta que este viaje fuera del cuerpo no fue visto como una mera superstición o alegoría, sino que se creía que era una hazaña literal que realmente realizaban.

Otras habilidades

Además de esta capacidad de proyectarse astralmente desde sus cuerpos, los benandanti también eran conocidos en la región como sanadores poderosos. A menudo buscaban talismanes o amuletos con el propósito de curar a los enfermos y discapacitados o expulsar posesiones espirituales. Según se cuenta, cuando una bruja maldecía a alguien y este enfermaba o bien trataba de poseer a alguna persona, los benandanti eran las primeras personas a las que los locales recurrían, y es que estos eran vistos como anti-brujas y una especie de fuerza que actuaba para el bien general.

Los benandanti se consideraban guerreros del bien, enemigos de las brujas malvadas y, de hecho, del mismo Diablo. Se veían a sí mismos como portadores de prosperidad y abundancia para la gente, defensores de las cosechas y la fertilidad de los campos. Sin embargo, debido a tales asombrosas afirmaciones mágicas definitivamente aparecieron en el radar de la Iglesia. Al principio no se sabía exactamente cómo proceder o cómo debían tratarse estos benandanti. Nunca habían visto algo así antes. En ese momento, la iglesia decidió no seguir activamente el asunto, ya que no parecía haber ninguna adoración al Diablo, ni contaminación de los sacramentos. Solo se atribuyó al mero folklore local y las supersticiones paganas. Pero esta pasividad no iba a durar para siempre.



La Inquisición

En 1580, un inquisidor llamado Fra Felice da Montefalco desempolvó el caso benandanti y decidió investigarlo más a fondo. Con este fin, viajó a la región y comenzó una serie de interrogatorios de sospechosos o admitidos benandanti. Aprendería de otras habilidades que algunos de ellos afirmaban tener, como hablar con los muertos, ver fantasmas o incluso comunicarse con los ángeles, y esto llevó a Montefacto a comenzar a creer que eran realmente heréticos y posiblemente satánicos.

Comenzó a hacer todo lo posible para torcer los testimonios para adaptarse a esta nueva conclusión, afirmando que estos ángeles y fantasmas eran en realidad el Diablo disfrazado e incluso comenzaron a pintar sus actividades para parecerse mucho a los sabbats que realizaban las brujas. Incluso bajo un intenso interrogatorio logró que varios benandanti admitieran que era posible que el Diablo los estuviera desviando, lo que solo fortaleció su resolución de que su culto no era mejor que las brujas con las que afirmaban luchar.

Presuntos herejes

Según Montefalco, todos estos relatos sobre viajes espirituales nocturnos, sobre el alma abandonando el cuerpo, cambios de forma, las conversaciones con los muertos y otras habilidades místicas eran mucho más siniestras que las simples tradiciones populares, especialmente porque la mayoría de los benandanti insistían en que podían realmente hacer estas cosas. Debido a sus interrogatorios, varios benandanti fueron etiquetados como herejes y encarcelados, a pesar de que insistieron en que estaban haciendo el trabajo de Dios. Este sería el principio del fin para los «buenos caminantes».

Alimentada en gran medida por el testimonio de Montefacto, la Iglesia Católica y sus inquisidores comenzaron a vincular cada vez más a los benandanti con las brujas, hasta el punto de que se convirtieron en sinónimos. De hecho, para el siglo XVII, los inquisidores ya estaban perfeccionando sus técnicas para obligar a los benandanti a admitir prácticas más ominosas como el culto al diablo, la profanación de símbolos religiosos y el libertinaje anticristiano general.

Algo Afortunados

Afortunadamente para ellos, la iglesia nunca descargo su ira (completamente) sobre los benandanti, y aunque ciertamente fueron perseguidos y castigados, el escepticismo general en la brujería que se estaba extendiendo en ese momento sumados a su rareza y el hecho de que los inquisidores aún no estaban del todo seguros de qué hacer con ellos, significo que al final fueran capaces de evitar todo el peso de la Inquisición. Terminaron por desvanecerse en la oscuridad.

El paso a la clandestinidad de los Benandanti

Libro de Carlo Ginzburg
A finales del siglo XVII, los benandati habían desaparecido por completo. No fue hasta la década de 1960 que el historiador italiano Carlo Ginzburg profundizó en esta rareza histórica, cuando revisó los viejos registros de juicio y compiló un libro sobre los benandati, llamado «Los benandanti: brujería y cultos agrarios en los siglos XVI y XVII«, en el que postula que eran descendientes de un antiguo culto precristiano de la fertilidad.

Los benandati se desvanecieron en la historia para ser olvidados. ¿Quiénes eran estas personas misteriosas que supuestamente salian en la noche para luchar espectralmente con las fuerzas del mal? ¿Cuál era su relación real con la brujería y cual fue su origen? Es una pequeña parte intrigante de la historia, sobre todo su final.

¿Será quizá posible que no hayan desaparecido sino que en realidad aún realicen su trabajo desde la clandestinidad?

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